Edición Número 254 del 1º de Junio de 2019
![]() |
¡Se aproximan las elecciones! Y el destino de nuestro país, de nuestra provincia y de nuestros departamentos están en nuestras manos. No podemos ser abstencionistas ni indiferentes. Como le gustaba decir a Don Bosco: “Buenos cristianos y honestos ciudadanos”. Ambas afirmaciones están unidas por una relación de reciprocidad ineludible. No se entienden por separado. El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa claramente y exhorta a los ciudadanos a contribuir con la autoridad civil para el bien de la sociedad en un espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. Y ese deber, que es corresponsabilidad en el bien común, exige moralmente el ejercicio del derecho al voto .
¡Se aproximan las elecciones! Y las dependencias estatales y los partidos políticos empiezan a moverse como nunca antes. “Es importante llegar al poder (o mantenernos)” dicen algunos. Otros, más responsables, piden ser votados para servir al bien común del pueblo. Dios mira en los corazones y sabe quién dice la verdad y quién miente.Después, viene la pregunta para aquellos que no participamos como candidatos o como miembros de una campaña electoral, es decir, la inmensa mayoría de la Nación: ¿a quién vamos a votar? Nosotros no somos Dios y no sabemos lo que hay en cada corazón. Por ello, para votar nos guiamos por los hechos concretos de la vida de los candidatos y los iluminamos con los grandes principios morales del realismo filosófico y de la teología cristiana. Demos un ejemplo concreto: si un diputado nacional o una senadora nacional votó a favor del aborto durante el debate legislativo del año 2018 no lo podemos votar en las próximas elecciones ya que el aborto atenta directamente contra la dignidad de la persona humana (#ConAbortoNoTeVoto). Y así, podemos seguir dando otros ejemplos en otras áreas y otros temas.¡Se aproximan las elecciones! Como ciudadanos argentinos tenemos el derecho a una información fidedigna y veraz. Hay que exigir que los distintos espacios políticos blanqueen sus pretensiones y sus propuestas concretas de gobierno. No podemos quedarnos de brazos cruzados y que nos mientan. Hay que buscar en Internet, investigar las plataformas de los espacios políticos, mirar de modo crítico los medios de comunicación masivos, entre otras cosas. Esto forma parte de nuestro deber cívico y cristiano.
¡Se aproximan las elecciones! No es nuestra tarea decir cuál es la opción correcta, sino más bien dejar claro que la enseñanza social de la Iglesia nos proporciona elementos para formar la conciencia y discernir. El compendio de Doctrina Social de la Iglesia ofrece una guía de discernimiento que puede ser de gran orientación . Hay principios que están fuera de discusión para cualquier cristiano, los denominados principios innegociables. Estos tienen una función de prevención negativa, es decir, que cuando son avasallados por algún candidato en sus propuestas o con hechos concretos nos alertan y previenen para no votarlo. Los resumimos del siguiente modo:
protección de la vida en todas sus fases, desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural;
reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como una unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa ante los intentos de hacer que sea jurídicamente equivalente a formas radicalmente diferentes de unión que en realidad la dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su papel social insustituible; la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.
Quedarían incluidosentre los principios orientadores del voto el afianzamiento de la justicia y la promoción del Bien Común. Los nombramos, pero exigen un desarrollo más amplio. Quizás para otra ocasión, junto con la importancia de la participación de los cristianos en la vida social y política.
¡Se aproximan las elecciones! Los candidatos pasarán, los elegidos pasarán, el aborto pasará, la ideología de género pasará, la pobreza pasará, todo lo de este mundo pasará, pero las palabras del Señor no pasarán. “Christusvivit”, Cristo vive, ha resucitado y es nuestra esperanza. Pensemos la Patria, trabajemos por ella cotidianamente, formemos familias santas, comprometámonos a votar responsablemente y nunca pero nunca nos olvidemos: Jesucristo, Señor de la historia, principio y fin, alfa y omega, es quien sostiene a la Argentina, a Mendoza y a tu departamento. Como me gusta decir con algunos amigos: “Pro Patria ad Deum”, por la Patria hasta Dios.
Por Pablo Gaete (Publicada también en revista Caminos Diocesanos, mayo de 2019)